Todos tenemos en casa un recipiente o lugar donde almacenamos medicamentos que usamos con cierta frecuencia (dolores de cabeza, oídos, etc.) o productos que necesitamos a menudo para desinfectar o curar si ocurren pequeños accidentes domésticos. Este botiquín casero requiere de cierta supervisión para que esté en el mejor estado cuando surja la necesidad de usarlo. Además, una correcta organización de su contenido nos facilitará tener a mano lo que necesitemos.
A tener en cuenta:
Mantener en sitio fresco, seco y preservado de la luz (evitar baño y cocina).
Evitar focos de luz y calor directo, así como cambios de humedad y temperatura.
Mantener fuera del alcance de los niños, aunque sin cerrarlo con llave para facilitar su acceso.
Es conveniente conocer lo que contiene el botiquín, y también revisarlo regularmente para eliminar restos de medicamentos caducados o en mal estado y reponer aquellos de más uso.
Conservar siempre el envase original, nos ayudará a conocer las características del medicamento, su uso y conservación, pero también su reposición cuando se nos acabe.
Incluir productos necesarios para realizar curas, como algodón, gasa estéril, tiritas, antisépticos (agua oxigenada, alcohol, etc), aplicadores de frío, etc.
También es útil disponer de tijeras, pinzas y termómetro.
En general, es útil que un botiquín casero disponga de analgésicos, antitérmicos, suero oral, productos para picaduras de insectos, antiinflamatorios y pomadas para las quemaduras.
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